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kontratiempo

Pienso en Orfeo. En cómo lo he admirado desde que conocí el mito porque, a través de su arte, consiguió vencer todos los obstáculos para llegar al infierno a rescatar a su esposa muerta, a rogar que la dejaran volver con él a la vida. Junto a la admiración, simpatía porque el pobre, humano al fin y al cabo, cometió el error de volver la vista atrás demasiado pronto y su amada se desvaneció, perdiéndola para siempre.

Luchó por lo que quiso para, por un descuido, por una temeridad quizá, perderlo para siempre luego. Se saltó las reglas del juego y la perdió. Pero si antes no las hubiera ignorado ni siquiera habría llegado hasta el Hades, así que no podemos recriminarle nada: sólo permaneció fiel a sí mismo.

Y ahora de pronto me encuentro con que Platón lo criticaba porque sí, fue al Hades, pero no estuvo dispuesto a morir para quedarse allí con Eurídice, sino que eligió la vida (triste, sí, insoportable a veces... más alegre cuando conoció el amor en los mozalbetes a los que instruía en las artes amatorias).

¿Cómo recriminarle que eligiera la vida, si es lo único que tenemos? Al menos Eurídice vivía en su memoria y a veces en la piel de otros. ¿Quién quiere héroes ni romeos?

Qué desengaño, Platón, ya no me caes tan bien.

 

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