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kontratiempo

7.35 am

      Como en el corto de Villalongo, son las 7.35 de la mañana. Hora incierta, dudosa, en la que se cruzan los noctámbulos con los madrugadores. Muy a mi pesar, aún deseándome  entre los primeros, me cuento entre los segundos.

      Desde mi oficina en mitad de ninguna parte veo cómo aparece el sol por encima de San Roque (¿es eso el Este?). El pueblo de mis raíces parece bostezar, ir despertando con cada rayo nuevo que el sol cuela por sus ventanas, sin pudor ni compasión. Él no atiende a razones ni a noches de insomnio.  Poco a poco irá subiendo, altivo, dispuesto a mostrar al mundo todo lo que lo oscuro esconde.

      Con el sol naciente de cada día veo morir otro más de mi vida (llena, vacía, larga o corta según la medida del que se pare a mirar). Y sólo me apena lo que no viví. Aprovecho entonces para pensar en qué me tendrán hoy preparado los hados, qué disgustos repetidos, qué disfrutes habituales. Porque la novedad, lo inesperado, últimamente se ha olvidado de mí y no viene a verme.

     Así pasan las horas en este verano impropio (¿dormir? ¿ferias? ¿playa? Sí, pero ¿trabajo? también, y sobretodo). Lentas, largas, tranquilas. Lentas, largas. Lentas.

 

El tiempo se cansó de mirarme.

Antes me observaba de cerca, espíritu agobiante.

Me tapaba los ojos, sin dejarme ver más allá de sus dedos

(cartilaginosos, blancos, resbaladizos).

Tentáculos infinitos contra los que no hay escondite posible.

 

Ahora pasa de largo sin saludar.

Y yo no lo busco, pero lo echo de menos.

 

2 comentarios

loreto -

Me encanta el texto...
Cómo va todo? Un beso y a cuidarse mucho, espero verte pronto..

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Hoy me siento igual a tí, seas quien seas.
En las Chansons de Madeleine Lalande se dice que llega un dia en que el tiempo ya no pasa.
Pero nosotros seguimos consultando el reloj inútilmente.